La mayoría de las personas que han contado con una doula en
el acompañamiento de su embarazo/parto/postparto siempre nos relatan la
sensación de seguridad, tranquilidad, desahogo, que le infundía el estar
acompañadas de esta mujer, que en la mayoría de los casis no hacía más que …
nada… simplemente estar allí, ofrecer un espacio, orientación, escucha, …
atendiendo a las necesidades de cada familia, tantas como familias, tantas como
personas …
Pero, ¿qué es lo que vuelve diferente, en estos casos, un
embarazo simple de uno múltiple? Todo se multiplica… Desde las ilusiones, las
esperanzas, la felicidad, pero también los miedos y las ansiedades. Desde la
cultura del miedo y del temor a los “riesgos” en los que mi generación se ha
criado en cuanto a los embarazos y los partos, influenciado como tal desde el
ámbito sanitario, donde se trata a la
embarazada como a una persona con algún tipo de patología, y sin entender que
también el parto es otro de esos procesos fisiológicos que vive nuestro cuerpo
de mujeres, y que, salvo pruebas
fehacientes en contrario, ha de ser vivido como tal, como un proceso natural. Y
en los embarazos múltiples todavía más, como embarazo “de riesgo”.
Quizás si cabe más aquí es cuando el papel de la doula se
vuelve importante, escuchando los temores, ofreciendo alternativas, infundiendo
tranquilidad. Rescatando en los encuentros previos con la familia estas
angustias del “no voy a poder”, “necesitaré ayuda”, “me dejaré caer en manos de
los médicos y ellos sabrán que hacer”… que no hacen más que minar el
empoderamiento que todas y cada una de las mujeres tenemos en nuestro interior
y que (repito, salvo prueba en contrario que nos lo demuestre) disfrazan
nuestro poder decisión con “buenos consejos para nuestro bien”.
Pero también, más importante si cabe, es ofrecerle ese
espacio sin enjuiciamientos, donde pueda expresar en voz alta sus miedos sin
esperar a cambio juicios de valor(del tipo, mujer, no te agobies que todo va a
salir bien…) Y una m…!!! Tengamos también nuestro espacio donde decir que
tenemos miedo, que estamos angustiadas, que muchas veces al gritarlo se vuelve
el miedo más pequeño, o no, pero nuestra doula nunca esperará nada después de, ni
que riamos ni que lloramos, sólo que todo fluya como la mamá desee. Y que si en
un embarazo con dos bebés nuestros miedos se multiplican, sepamos también qué
hacer para expresar nuestra voluntad en el entorno que sea (incluyendo
sanitario) y que nada ni nadie manejen nuestra voluntad más que nosotras y
nuestros bebés. Nada como el cuerpo de una para decidir cómo, cuándo y con
quién llevar a término nuestro embarazo.
Ana G Fernández. Madre, doula e hija "múltiple".